Al igual que con muchos aspectos de la vida, las decisiones y acciones audaces son muy fáciles de hablar y de soñarlas que de llevarlas a la práctica; ¿Por qué?, creo que porque, a diferencia de los personajes de las películas, las decisiones y acciones audaces tienen consecuencias en la vida real.
La audacia requiere valentía y mucha fe, pero lamentablemente el temor al fracaso o la duda con lo que vaya a pasar bloquean la capacidad de acción.
Es posible que para llegar a lo propuesto por el Salmista David en el Salmo 23 de llegar a pastor verdes y aguas tranquilas, signifique primero que tendríamos que atravesar por un valle seco y oscuro antes de llegar allá.
Pero la decisión final, en la mayoría de los casos es… “no tomar riesgos” e ir por el camino de la comodidad, porque la sola idea de realizar movimientos audaces crea incertidumbre.
La realidad es que llevar una vida de fe no siempre es ir por el camino de la comodidad.
Jesús nos ha salvado y nos invita a llevar una nueva forma de vivir y de ver el mundo; en Mateo 4:19, hace la invitación de seguirle, no de colocarle excusas. Por eso… “cuando nos comprometemos a seguir a Jesús, lo estamos invitando a que nos enseñe cómo caminar en fe”.
Seguir a Jesús a veces nos llevará por instancias duras… pero allí mismo en el Salmo 23 David, nos recuerda que “aunque caminemos por el valle de la sombra de la muerte, no tenemos que temer porque Dios está con nosotros”. ¡Esa es nuestra fe!, no somos nosotros y nuestras capacidades, es el Señor con Su ilimitado poder.
Cuando Él te inquiete, en sueños, con ideas, con personas desconocidas que te dicen cosas que te ponen a pensar, puede ser la voz de Dios que quiere decirte… “actúa en fe, que Yo estoy contigo”, “asume el riesgo que Yo te defiendo”; “no estás solo(a), Yo estoy contigo”
La audacia necesita de la fe. Esto es… dar un paso sin saber lo que va a pasar, pero sabiendo que podemos confiar en que Dios nos acompañará. Es aprender a “vivir por fe y no por vista”
Esto es… realizar acciones audaces porque tenemos a quien mueve las montañas de nuestro lado.
Versículo: “Vivimos por fe, no por vista”. 2 Corintios 5:7 (NVI)
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