La alegría y el dolor son emociones que forman parte nuestra naturaleza humana. Es por eso que, nadie se puede librar de experimentar tristeza por una relación que se rompe, o el dolor de la pérdida de una vida, ni tampoco el sentir frustración por las oportunidades desaprovechadas. Lo que si podemos escoger son nuestras reacciones; o estamos amargados o tenemos esperanza. Es decir, tienes la oportunidad de elegir, la una o la otra.
En la biblia se relata lo que le sucedió al profeta Jeremías, quien sintió un profundo dolor ante el saqueo al que fue sometida la ciudad de Jerusalén, pero que supo reconocer en quién y por qué iba a cambiar su sentir. Está en Lamentaciones 3:21-24, “Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!. Por tanto, digo: «El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!»” (NVI).
En medio de la tristeza Jeremías decidió cambiar su dolor por fe.
Si hay tristeza, dolor o frustración reconócelo delante del Señor, pero no se quede en el dolor, decida reconocer que el amor de Dios y Su misericordia están contigo para levantarte.
La angustia no resuelve nada, pero nuestra confianza en el Señor lo resuelve todo.
Ten en cuenta que mientras más tiempo estés molesto(a), triste, angustiado(a), más tiempo estarás así o peor. Créele a Dios, Él te ama. ¡Dile no a lo negativo, pero dile si al poder de restauración de Dios!.
Tal y como lo declaró Jeremías, decláralo tu también… “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!”.
Si Jesús se entregó en una cruz por amor a nosotros, entonces Dios nos ama sin límites.
Oro para que puedas percibir, aceptar y aplicar el amor de Dios, el cual restaurará tu vida
Versículo: “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota” Lamentaciones 3:22
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