Todos cometemos errores, algunos de ellos son simples faltas, pero otros causan grandes problemas. La Palabra de Dios establece que todos somos pecadores, por tanto, al tener esto claro debemos actuar para que el pecado sea eliminado de nuestras vidas, esto se logra con el arrepentimiento, el cual lo podemos definir como “dejar; abandonar las acciones equivocadas y tomar el rumbo opuesto” el que establece Dios en Su Palabra.
Encontramos en la biblia el caso del pecado de David. Como para Dios no hay nada oculto, se lo revela al profeta Nathan quien se acerca a David y le habla de su pecado.
Lo que quiero hoy resaltar es la actitud de David; porque este hombre se arrepiente sinceramente. Leamos su respuesta, contenida en el Salmo 51 versos 1 al 2:
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado”. (RVR60)
Vuelve a leer detenidamente su respuesta. David no coloca excusas. Solo clama por la misericordia de Dios. Así comienza a hablar un corazón que está verdaderamente arrepentido.
¡El arrepentimiento comienza con Dios!; la gente no se arrepiente mirando su pecado. Porque no es el pecado que te lleva al arrepentimiento; mantener la mente puesta en el pecado no soluciona nada; te presionará y te mantendrá cautivo(a). Cuando te enfocas en el pecado el enemigo usará esto para mentirte y te dirá que tu libertad vendrá en cualquier cosa menos que de Jesús. Te llevará en la dirección equivocada. David tuvo la revelación por eso hizo la oración de arrepentimiento.
Hoy nosotros tenemos la redención y el perdón en Cristo.
La Biblia nos enseña que: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. (Romanos 10:9 – RVR1960)
Arrepiéntete sinceramente delante de Dios y acepta el regalo de salvación, redención y vida eterna que Jesús nos da.
Versículo “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Romanos 10:9 (RVR1960)
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