Servir es dar una parte de lo que somos en beneficio de alguien más.
Para los cristianos el servicio es fundamental, Dios no hizo con talentos, nos entrega dones que son “regalos divinos” para que ayudemos a edificar la vida de los demás a la manera de Jesús.
Por eso me atrevo a asegurar que “todos estamos llamados a servirle al Señor” con lo que Él nos ha dado.
Y te puedes preguntar, ¿qué es servirle a Dios?; quiero responderlo con una revelación personal, es decir, para mí “Servir a Dios es amarlo a Él y amar a los demás”
Estamos llamados a servirle a Dios en la iglesia en amor. Insisto, debemos servir en amor.
Así entonces, la motivación ministerial es el amor a Dios; pero también el amor por las personas.
La Palabra de Dios es clara en esto, es por eso que en 1 Corintios capítulo 13 el apóstol Pablo escribe, por revelación del Espíritu Santo, que todo esfuerzo o intención no cuentan para nada sin el amor, escribió así, “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1 Corintios 13:1 – RVR60)
De igual forma, “no podemos servir ni actuar en el llamado sin el Espíritu Santo de Dios”; en Zacarías 4:6 la Palabra de Dios nos dice: “entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (RVR60)
Necesitamos de la unción de Dios para dar fruto en el servicio.
Sabemos que cuando se pone la fe en Cristo, existe una conversión hacia una nueva persona a través del poder del Espíritu Santo; es en ese momento que Dios comienza el proceso de equipamiento personal. Él te activa los dones para el servicio a través del Espíritu para que puedas servir a los demás con eficacia.
Oro para que se despierte, se active o se renueve el deseo de servirle al Señor.
Versículo “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” 1 Pedro 4:11 (RVR60)
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