La pregunta vino sin avisar, como parte de las conversaciones que a veces tenemos en familia mientras cenamos.
¿Si pudieras cambiar algo de tu vida qué sería?
Bastante filosófica viniendo de una niña de 10 años, ¿cierto?
Me quedé pensando por un rato. Varias cosas pasaron por mi mente. Ella esperaba, y con la inocencia tan típica de los niños me dijo: «¿Es tan difícil?… ¡Yo creía que era fácil!»
Supongo que sí, que cuando solo has vivido diez años es fácil pensar en qué querrías cambiar, pero luego de algunas décadas… la lista es más larga y complicada.
Esa misma noche, antes de dormir, volví a pensar en la conversación. Y este pensamiento se estacionó en mi mente: “El pasado no lo puedo cambiar, pero puedo trabajar con Dios en el presente para transformar el futuro”.
{Si quieres léelo de nuevo y piensa un poco.}
Es verdad, no hay absolutamente nada que tú o yo podamos hacer para cambiar el pasado. No existe una máquina del tiempo, no podemos regresar, no podemos como dicen “deshacer los huevos revueltos”.
Es por esa misma razón que Dios nos dice que no aparquemos nuestra mente en el pasado. El pasado hay que dejarlo atrás. Y si vamos a usarlo para algo que solo sea para aprender de los errores, repetir lo bueno y recordar lo que Dios ha hecho para traernos adonde estamos hoy.
La tentación de quedarnos atascadas en lo que pasó a veces se hace grande. Es una estrategia segura del diablo para una vida en derrota y no en victoria.
En otras ocasiones, aunque sabemos que es un error, decidimos repetir conductas porque ya nos resultan familiares, cómodas; y nos dejamos engañar por el refrán popular de “más vale mal conocido que bueno por conocer”. ¡Eso no aplica al pueblo de Dios! Él tiene muchas cosa nuevas y buenas que quiere darnos a conocer, pero tenemos que soltar las viejas…despojarnos de la vieja naturaleza.
Dios nos ofrece que trabajemos con él en el presente. Las cosas viejas pasaron… ¡pasaron! Él nos ofrece una nueva oportunidad, pero decir: “sí, quiero”, depende de nosotras.
Cuando decidimos que nos rendiremos a la obra de Dios, que seremos obedientes, que aunque pataleemos por dentro no vamos a repetir los mismos errores, que para eso tenemos la fortaleza del Espíritu Santo, ¡entonces el futuro luce diferente, abundante!
De eso se trata, ¿sabías? Vida abundante. Jesús dijo: “yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10). La cruz no solo nos abrió el camino a Dios y la garantía de la vida eterna. La muerte de Jesús en la cruz nos regala la oportunidad de una vida diferente, transformada.
En el camino habrá tropezones, pero cada vez serán menos… porque él nos va transformando de gloria en gloria.
Es verdad, no podemos cambiar lo que ya pasó, pero por la gracia de Dios podemos transformar el futuro. Y ese futuro luego será el pasado al que un día miraremos y entonces veremos muchas menos cosas que cambiar. Eso es lo que de verdad necesitamos entender.
¡Vivamos como Dios lo diseñó!
Wendy
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Fuente Original: No puedo cambiarlo…
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