Cuando pensamos en la paz nos imaginamos tener ausencia de problemas; pero la verdadera paz es mucho más que eso. Es tener un corazón confiando en que Dios tiene respuestas, que el favor de Dios está contigo y que la promesa de Jesús cuando dijo en el evangelio de Juan capítulo catorce, verso veintisiete, “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (NVI), se manifiesta.
Mi obediencia a la Palabra de Dios me da la capacidad para recibir lo que Él ha prometido.
El Señor sabe que somos imperfectos, que tenemos debilidades y que nos equivocamos; pero Él también conoce cuando hay una persona que está dispuesta a obedecerle, cuando alguien verdaderamente le ama y que lo coloca en el primer lugar.
Cuando hay obediencia al Señor, la paz de Cristo se manifiesta. Él ya hizo su parte al darnos Su paz. Esa paz ya está en el interior de todo cristiano.
Por lo tanto, si te encuentras en angustia o en cobardía, revisa tu nivel de fe y confianza en las promesas de Dios. Pues, cuando surgen circunstancias negativas y usted toma la decisión de permanecer en paz, está demostrando realmente confía en Dios.
Es en esos casos que en tu interior escuchas una voz que dice “Señor, sé que me amas y que todas las cosas que acontecen me ayudaran para bien”; y que a su vez repite la declaración de confianza que le entregó nuestro Padre Celestial al profeta Isaías, en el libro de Isaías, capítulo cincuenta y cuatro, verso diecisiete, que dice “ninguna arma formada contra ti va a prosperar”.
Dale gracias a Jesús por darte Su paz, y entrégale toda carga, dificultad y debilidad a Él… eso es aprender a descansar en Él
Versículo “Deja tus preocupaciones al Señor, y él te mantendrá firme; nunca dejará que caiga el hombre que lo obedece”. Salmos 55:22 (DHH)
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